Doce libros mexicanos recomendados, por Elik Troconis (I)

Recomendaciones literarias de Elik G. Troconis

La literatura no tiene límites: se escribe y se lee en los cinco continentes. Además, gracias a la revolución digital, hoy podemos hacernos de un ejemplar impreso o digital producido en cualquier parte del mundo. Para decirlo en otras palabras, incluso podemos hacernos de volúmenes escritos en lenguas que ni siquiera sabíamos que existían. En nuestros días, el problema no es conseguir los libros: es tener tantos y tan poco tiempo para leerlos. Nuestra lista de lecturas pendientes es infinita, ¿no es así? Las pilas van creciendo a nuestro alrededor, hay un estante entero de nuestro librero repleto de aquellos libros que ya casi nos toca leer. A veces ni siquiera queremos ir a más ferias del libro porque sabemos que compraremos otros tantos. Y, sin embargo —ay, siempre el “sin embargo”—, cada vez que caminamos por la calle y nuestro olfato detecta el olor a tinta y papel, nuestros pies son atraídos a las librerías como un imán. Entramos y de inmediato nos preguntamos: ¿qué quiero leer? Recordamos nuestra lista de títulos pendientes (una de las pocas que nunca se agotan, a diferencia de la del súper o cualquier otra). De forma simultánea, vienen a la mente los grandes clásicos de la literatura universal, pero también las recomendaciones de amigos e incluso la del librero que nos sonríe con complicidad. La pregunta parecía simple pero no lo es en absoluto. Entonces, ¿qué quiero leer?

La obra de los escritores mexicanos ocupa un lugar de altos vuelos en la literatura universal. Hablemos de cualquiera de los cuatro grandes géneros (narrativa, ensayo, poesía y teatro), tenemos autores de gran talla para aventar. Quiero compartir con ustedes una lista de 12 libros mexicanos que me fascinan como lector y que han influido en mi escritura. No propongo una lista de los mejores 12 libros de toda la literatura mexicana, sino una selección de libros que me han parecido geniales y me han hecho sentir y pensar de verdad. Ya que dichas obras han causado estos mismos efectos en otros lectores y críticos, comparto la lista esperando que lo hagan con nuevos lectores.

1. Tiempo destrozado

Amparo Dávila es una de las cuentistas más perturbadoras de la literatura mexicana. Sus cuentos están plagados de horror, de suspenso y sobre todo de sugerencias para imaginar. Considerada por muchos como la “Edgar Allan Poe mexicana”, su obra ha tenido un impacto notable en la literatura de nuestro país. Su libro Árboles petrificados recibió el Premio Xavier Villaurrutia y a ella como autora se le otorgó la Medalla Bellas Artes 2015, por sus sobresalientes aportaciones al arte y la cultura de México.

Doce libros mexicanos recomendados, por Elik Troconis

En su libro de cuentos Tiempo destrozado, se incluye, entre otros, “El huésped”, que comienza con la siguiente línea: “Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje”. ¿Qué es este huésped?, es la pregunta que todos nos hacemos al recorrer las deliciosas páginas del texto, más aún cuando leemos: “No pude reprimir un grito de horror cuando lo vi por primera vez. Era lúgubre, siniestro. Con grandes ojos amarillentos, casi redondos y sin parpadeo, que parecían penetrar a través de las cosas y de las personas […] No fui la única en sufrir con su presencia. Todos los de la casa —mis niños, la mujer que me ayudaba en los quehaceres, su hijito— sentíamos pavor de él. Solo mi marido gozaba teniéndolo allí”. Leer a Amparo Dávila es transportarnos a su horror.

2. Ensayo de un crimen

El género policiaco surgió en Estados Unidos en 1841. Con “Los crímenes de la calle Morgue”, Edgar Allan Poe fundó el género asentado en el cuento. Años después, los ingleses desarrollaron nuevas tramas y lo transformaron en novela; ahí tenemos, por ejemplo, a Arthur Conan Doyle, lumbrera de la literatura universal gracias a su inolvidable detective Sherlock Holmes. Más tarde, el género adoptaría una nueva forma en Estados Unidos: los casos se tornarían más sórdidos, los detectives se armarían con pistola, gabardina y sombrero; los asesinos serían parte de enormes organizaciones criminales. Así nació el género negro, que el cine explotó tanto; sin embargo, tomó bastante tiempo para que el género llegara a México. Fue hasta 1944 que Rodolfo Usigli publicó Ensayo de un crimen. En esta novela se narra aproximadamente un año de la vida de Roberto de la Cruz, lapso en el que busca llevar a cabo tres asesinatos: el de Patricia Terrazas, el del Conde Schwartzemberg y el de Carlota Cervantes. Mientras lo vemos caminar por el Paseo de la Reforma, conocemos los pensamientos, las actitudes y las acciones de nuestro criminal. Lo acompañamos lo mismo en la meticulosa planeación del crimen perfecto que en sus momentos de cólera desbocada. Usigli, dramaturgo por excelencia que esta vez nos ofrece una pieza narrativa extraordinaria, nos revela en el fondo todo un estudio de psicología criminal y nos regala la primera novela negra mexicana bajo la idea del crimen perfecto.

3. El complot mongol

Doce libros mexicanos recomendados, por Elik Troconis

¿Quién no ha escuchado de esta tremenda novela? El libro arranca cuando Filiberto García —“una fábrica de pinches muertos”— es llamado por su coronel, quien, por encargo del señor Del Valle, un político de alto rango, le pide que investigue un complot: los rusos han informado que desde la China comunista se está orquestando una conspiración para asesinar al presidente de Estados Unidos en su visita a México. Así, García debe investigar entre sus conocidos del barrio chino para desenmascarar el complot; en la tarea lo acompañan un espía estadounidense y uno ruso, quienes demuestran tenerlo absolutamente vigilado también a él. García se abre camino a través de las pesquisas a punta de pistola, fabricando muerto tras muerto, a la vez que convive con Martita, una mujer china a la que siempre ha querido darle mucho más que un beso.

Este libro, que fue llevado a la pantalla grande ya en dos ocasiones, se lo debemos a Rafael Bernal. Y si la crítica le atribuye a Usigli la primera novela negra mexicana, el orgullo de la primera novela policiaca corresponde a Bernal. Con un humor negro extraordinario, El complot mongol es una novela de ingenio y acción que se disfruta una y otra vez.

Suficiente novela de crímenes. Paso a otro terreno.

4. Horal

Cambio al terreno de la poesía, un género que en ocasiones olvidamos y que suele estar relegado en los últimos aparadores de las librerías. Uno de mis poetas preferidos es el chiapaneco Jaime Sabines. En Horal, libro que le dio un lugar entre los grandes de México, sus versos tocan temas como el amor, la soledad y la muerte, así como el tiempo y por supuesto Dios. De este libro son los versos que dicen: “El mar se mide por olas, / el cielo por alas, / nosotros por lágrimas”. ¿Será cierto? Quizá quisiéramos creer que no, pero tal vez haya que admitir que lo es.

De este libro también es el magistral poema “Los amorosos”, que ha irrigado la sensibilidad de muchos. ¿Quiénes son esos? No los amantes, sino los amorosos: “Su corazón les dice que nunca han de encontrar, / no encuentran, buscan. / Los amorosos andan como locos / porque están solos, solos, solos, / entregándose, dándose a cada rato, / llorando porque no salvan al amor”.

Coloquial y a la vez profundo, Jaime Sabines trabaja nuestros sentimientos con cada verso.

5. Teatro

Cambio de terreno nuevamente: vamos al teatro. Porque sí: el teatro se goza en el escenario, pero también en las páginas de su libreto. El Fondo de Cultura Económica reunió cuatro obras dramáticas de Emilio Carballido en un volumen titulado Teatro. En ella encontramos El relojero de Córdoba, Medusa, Rosalba y los Llaveros, y El día que se soltaron los leones. Me detengo es las dos primeras. En Medusa, Emilio Carballido presenta una versión totalmente nueva del mito de Perseo y Medusa; si bien los personajes son los mismos y se cumple cabalmente con las partes fundamentales del relato épico, los sentimientos de los participantes y la relación entre ellos es totalmente diferente. Carballido dota al rígido mito de una sensibilidad mucho mayor que cambia nuestra visión por completo.

Por su parte, en El relojero de Córdoba, nuestro protagonista, Martín, un relojero de la Nueva España que apenas tiene clientes y que es mantenido por su cuñado, se topa con Nuño, un antiguo conocido, ante quien comienza a alardear con tal de parecer un hombre rico que disfruta de la vida. Entre sus decires, afirma que recién se encontró a un hombre que cargaba mucho dinero y que lo aventó por un acantilado, quedándose con todas las monedas. El problema es que, dentro de poco, las autoridades encuentran un hombre al fondo del barranco y, por lo tanto, el principal sospechoso es Martín. El peritaje convierte la historia en una especie de texto policiaco, donde don Leandro destaca como un investigador prodigioso. Transcribo uno de sus diálogos, que permite ver la obra de cuerpo completo:

“Así son estos asuntos de la Justicia: todo mundo pierde y, al final, los que ganan tienen menos de los que poseían en un principio. La codicia de// bienes materiales y de placeres corrompe al pueblo. Esa impaciencia, esa sed, ese deseo de poseer, ésa es la carga más pesada para el hombre. Los gobernantes nos la echamos a cuestas y es muy dura. A cambio de esto, sólo amarguras, preocupaciones. La tentación remota que viene a veces de ser, sencillamente, un hombre bueno. La tentación de ver crecer las coles y las lechugas, de saber en qué día florecerán los tulipanes… No es posible tener todo. No es posible escuchar que todos digan qué buenos, qué justos, qué nobles somos, y al mismo tiempo serlo. No es posible. Hay el fuego de la cocina y hay el rayo; hay la montaña y hay la llanura: hay el placer de ser humilde y el de ser un magistrado. Yo escogí ya, y el mundo y sus opiniones me ayudaron a escoger. Y si de toda esa aventura, algo queda en la memoria de la gente, sin duda seré yo. Porque… ¿quién va a acordarse de si vivió, o murió, un pobre relojero?”

6. El llano en llamas

Uno de los autores que casi todo mexicano lee por obligación en la secundaria o en la preparatoria es Juan Rulfo. Nos lo machacan tanto y nos los explican tan mal, que rara vez nos quedan ganas de volver a sus páginas. Pero hacerlo es exquisito. En los cuentos de El llano en llamas, los personajes son contradictorios (en otras palabras, humanos), las tramas presentan una tensión impresionante, pareciera que no pasa nada, aunque pasa todo, los finales son perfectos. Su obra muestra la orfandad: los pobres, los ajusticiados, los abandonados, los culpables. Todos los personajes desamparados están ahí en grados de miseria inconcebibles. Rulfo escribe no sólo sobre la gente ordinaria, sino también con las palabras de la gente ordinaria. Describe el campo mexicano, pero un campo fértil en metáforas, abonado con imágenes que no cualquier par de ojos lograr captar.

Doce libros mexicanos recomendados, por Elik Troconis

Hay cuentos que enchinan la piel desde el título: “¡Diles que no me maten!”, por ejemplo. Otros que denuncian la miseria en la que viven las familias, como “Es que somos muy pobres”. Entre mis preferidos se encuentran “No oyes ladrar los perros” y “Talpa”, dos textos que a su manera muestran lo que hay en el fondo de las relaciones familiares, que revelan el pasado y el presente de personas que llevan la sangre del otro y que pueden ser capaces de las acciones más penosas. Yo me estremezco cada vez que recuerdo sus imágenes.

Vaya… me he extendido demasiado. Apenas llevamos 6 recomendaciones y me faltan varias escritoras mujeres que mencionar. Habrá que escribir una continuación.

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