En el ensayo de Roberto Calasso La edición como género literario, se nos habla de algo que “generalmente se da por supuesto, pero luego no se revela en absoluto obvio” y no es otra cosa que el arte de publicar libros (el peligroso arte de la edición).
Calasso también señala que un editor es un buscador de libros únicos. Es alguien que a la vez es escritor, aunque en su caso no utiliza sus propias palabras, sino las de los demás. Con los libros que publica, el editor escribe su mejor libro, que es su catálogo y que, con el tiempo, será su propia biografía.
Esto se puede resumir en un concepto muy sencillo: estándar de calidad. Claro que estas palabras son mucho más mundanas que las del maestro Calasso. Sin embargo, el objetivo es ese; las editoriales, tanto las tradicionales como aquellas que ofrecen servicios a escritores y otras editoriales, deben mantener un estándar de calidad. Un camino que muestre a los lectores qué esperar en el próximo libro.
Editoriales, cantidad y calidad
Hoy en día parece que todo gire en torno a la cantidad. Si quieres posicionar un blog en Google tienes que publicar mucho contenido. Si quieres que los algoritmos de las redes sociales hagan que tus publicaciones sean visibles, tienes que publicar mucho contenido cada día.
Esto también se aplica a los escritores, algunas veces he encontrado en grupos de escritores personas que aseguran que, para ganarse la vida como escritor profesional, tienes que tener un catálogo personal de al menos 11 libros.
Por supuesto, muchas editoriales no se libran de esta nueva tendencia y es que algunas parecen interesadas en colmar las estanterías de las librerías y de las plataformas de venta online con decenas de títulos cada mes.
Esto ha llevado a muchos lectores, escritores y expertos en el tema a preguntarse si realmente es posible ofrecer la calidad adecuada publicando tantos libros al mes.
Esto podría entenderse desde el enfoque más simple del mundo editorial. En palabras del propio Calasso: “la editorial es una industria en la cual se busca hacer dinero publicando libros”.
Siguiendo este planteamiento, una buena editorial sería aquella que “sólo” publica buenos libros. Es decir, libros de los que el editor pueda enorgullecerse en el futuro. Por desgracia, estos objetivos de calidad son muy difícil de cumplir cuando se opta por estrategias de “saturación”.
Cuando las redes sociales se entrometen en la edición
Hoy en día, las editoriales que podríamos considerar “grandes” se enfrentan a otro gran problema: las redes sociales. Con la aparición de la figura de los “influencers” muchas de estas editoriales han optado por publicar novelas y libros de estos personajes, para vender más ejemplares entre su gran número de seguidores. Muchas veces, la calidad del texto es secundaria, lo que termina por perjudicar a las propias editoriales.
Este problema tampoco es que sea algo nuevo, ya que en el pasado también se publicaban muchos libros cuyo autor era un famoso de algún tipo.
Sin embargo, desde la irrupción de las redes sociales y de las grandes comunidades de seguidores, este tema parece haberse convertido en algo común y, de alguna extraña forma, aceptado por todas las partes.
Algunas de estas editoriales se escudan en la necesidad de tener que ganar dinero con el que editar otros libros de escritores menos conocidos, pero con más calidad. Lo que acaba provocando que los “buenos libros” se encuentren sumergidos entre muchas otras obras de calidades muy diversas (y en muchos casos dudosas).
A pesar de las buenas intenciones de los editores, esta técnica no hace más que complicar la vida a los escritores menos conocidos, pero de más calidad. Ya que, al estar sumergidos, es fácil que se ahoguen y, al final, que desaparezcan por completo.
Un arte peligroso
Calasso, en su ensayo, también define a la edición como un “arte peligroso”, ya que siempre requiere de una inversión económica. En este sentido, han sido muchas las fortunas que han desaparecido lapidadas bajo la continua publicación de libros de mala calidad. El autor del ensayo opina que esto se debe a que la edición otorga un gran prestigio.
Aunque no lo parezca, esto conecta con el punto anterior, y es que son muchos los poderosos y los famosos que se obsesionan con ver sus nombres impresos sobre las tapas de un libro. Por ello, llaman a las puertas de las editoriales que, ya sea por compromiso o por afán de lucrarse de la base de seguidores de estos, acaban publicando sus obras, sin importar realmente su calidad.
¿Está mal publicar de esta forma?
A pesar de todo lo dicho sobre el catálogo de un editor y sobre lo orgulloso que debería sentirse sobre cada libro que haya publicado, ¿está mal publicar el libro de un autor famoso que permita sufragar los gastos de publicar el libro de un autor novel con mucha proyección? Pues, como todo en la vida, dependerá del punto de vista de cada uno.
A pesar de los estudios, no hay realmente nada escrito sobre los criterios que pueden hacer grande a un editor. Muchas veces, incluso puede ser un golpe de suerte: dar con una obra que, de alguna forma, toque la sensibilidad del público.
Por otra parte, tal y como nos comenta Calasso, para entender la edición, basta con acceder a los libros impresos por Aldo Manuzio, el primer hombre que imaginó como sería la edición y cómo debería funcionar una editorial. Aunque de todo esto, hablaremos en más profundidad en el próximo artículo.